La declinación de la memoria ya no es un proceso inevitable. Aunque, el estrés, la baja calidad del sueño y otros factores son algunos de sus detonantes.
¿Dónde olvidé las llaves?¿qué tenía que comprar? ¿qué papeles tenía que presentar? Estas preguntas son una señal de un fenómeno clásico: la falta de memoria.
Algunos de los factores que pueden inducirla son la falta de concentración, un alto nivel de estrés, una dieta deficiente, la edad, la tendencia genética, la calidad del sueño y los hábitos tóxicos.
En las personas que presentan un proceso no patológico, los olvidos suelen abarcar detalles irrelevantes o de poca importancia, pero no la totalidad de los eventos que se quieren recordar. De esta manera, es corriente recordar los datos principales de una historia pero quizás existan mayores dificultades en recordar cuándo sucedió u otros datos de contexto.
Cuando los problemas de memoria no son serios, las personas que los padecen suelen ser conscientes de los mismos. Suelen quejarse eventualmente de sus trastornos de memoria pero su entorno no los considera importantes.
Al mismo tiempo, los especialistas explican que «dentro de la evolución de los años hay una declinación de la memoria que es normal». Y agregan que en esos casos lo que más se compromete es el mecanismo de búsqueda de la información, no la información en sí. Es decir, que los datos están en la memoria, pero no se los evoca adecuadamente. Esto es lo que sucede comúnmente cuando se quiere expresar algo y no se encuentran las palabras y al rato, la palabra aparece espontáneamente. Es el olvido normal, el que se acrecienta con el aumento de la edad, según los expertos. Sin embargo, los problemas de memoria resultan ser serios cuando afectan al desarrollo de la vida diaria. En algunos casos -los más severos- los trastornos de la memoria pueden estar vinculados a desórdenes neurológicos como el mal de Alzheimer, entre otros. En este tipo de patologías, el individuo olvida toda la información y no se recupera posteriormente. Entonces, la diferencia es notoria: entre alguien que recibe una visita y al otro día no recuerda el encuentro, y quien sólo olvidó algunos detalles de esa charla. Otro tipo de trastorno transitorio puede presentarse incluso en sujetos jóvenes que se quejan de pérdida de la memoria o dificultad en la concentración. Estas situaciones pueden estar relacionadas con factores emocionales, con el consumo de alcohol o tabaco, como reacción vinculada con el estrés u otras causas para las cuales el profesional médico podrá indicar un tratamiento a seguir.
Hábitos para ayudar a la memoria
Una alimentación adecuada puede ayudar a agilizar la memoria. Para ello, en primer lugar se deben eliminar los hábitos tóxicos como el alcohol y el tabaco que favorecen los radicales libres y sobre todo interfieren en la síntesis de los neurotransmisores. También, existen medicamentos y suplementos dietarios que están formulados de modo de estimular la memoria y la concentración.
Del mismo modo que el cuerpo, es fundamental ejercitar la mente para mantener su agilidad y flexibilidad. El ejercicio regular de la memoria, permite mantener las capacidades de recordación y desarrollar las mismas.
Ante cualquier duda, consulte a su médico y a su farmacéutico.
Algunos consejos
- Ejercitar la memoria: recordando el listado de compras, detalles de una película o un libro, números de teléfonos de amigos o familiares.
- Realizar juegos de mesa y crucigramas.
- Practicar deportes o realizar caminatas.
- Reducir o tratar de eliminar el estrés.
- Si la falta de memoria es cada vez más intensa, consultar a un profesional.